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Mostrando entradas de febrero, 2017

Some parents just don't get it, and that is OK

Me and Dad How many times have we faced the sometimes-difficult decision of not telling something to our parent because they just will not understand? For me, that is almost a constant. Not that, they don’t know where I live, or whom I live with, but some details are better left out of the conversation. Life changing events like being gay, suddenly quitting a job, changing careers or having an unusual relationship with a partner have to be softened to accommodate the delicate sensitivities of our care givers. Why? Because the definition of “normal” changes with every generation. I have learned to interpret rather that literally taking my parent’s words for what they are. I used to get so upset with them questioning my life choices that I rebelled a bit in my early twenties doing a lot of stuff they would surely disapprove.  However, as time went by, rebelling seemed silly and pointless, I came to understand that parents always mean well, but they don’t always do well. Chil

Mi ejercicio es tan importante como el suyo

El gimnasio: tierra de músculos pronunciados, hombres extremadamente sudorosos, sonidos medio orgásmicos y mujeres que nunca sudan pero que se ven guapas ejercitándose. También, es la nodriza del típico “ selfie de gym” y las membresías que no pasan de enero. Yo, como la isla que siempre he sido, trato de no caer en clichés, sin embargo, he de admitir que después de una fuerte sesión es tentativo tomar la bendita foto y mostrarse al mundo como el Adonis o la Afrodita que uno se cree. Para llegar a presumir semejante físico, según Felipe mi entrenador, hay que dedicarse a hacer el ejercicio bien, tomarse su tiempo para hacer cada flexión en paz. Y esto fue justamente lo que ÉL no me dejo hacer. El hombre parecía mi sombra: máquina que yo usaba, máquina que él ocupaba. Está bien, pensé, talvez tenemos una rutina parecida. No creo, él tiene el físico de La Roca y yo la novia de Popeye. Talvez no me hubiera molestado tanto, si su insistencia hubiera sido un poco disimulada. M

Derecho a permanecer callada

Las navidades y el año nuevo significan muchas cosas para mí: es la época de ver a familiares lejanos, desempolvar el arbolito de plástico y ver si puedo salvar las luces que compre el año pasado, disfrutar con los amigos, hacer revisión de las resoluciones cumplidas e incumplidas y asistir a toda parrillada a la que se me invite. La apariencia es importante, quiero dar la impresión de que soy como el vino, entre más años mejor Parte de este ritual de emperifollamiento conlleva, en mi caso, arreglarme las uñas. Fui a mi lugar de siempre, un salón en el mall san pedro. Para mis desgracias la muchacha de siempre ya no trabajaba allí, pero el dueño me dijo que Matilda estaba disponible. Matilda es bella, alta y se ganó mis respetos trabajando en sus 12cm de tacón. Cualquiera que ha asistido a un salón sabe que parte de la gracia de todo el asunto es que la o el estilista se convierte temporalmente en psicólogo, doctor corazón, confidente o lo que sea que una necesite en el momen