La gente
siempre dice que, cuando una sale del país es el momento en donde empieza a apreciar las
cosas de su patria, pero yo amé ese pedacito de tierra desde que me caí de un árbol
y me estrelle contra ella.
Anona |
Tenía 6 o
7 años cuando decidí que ya no quería tener miedo a subir al palo de anona de
mi patio. Había un guindo al otro lado en donde muchas de mis bolas y demás
juguetes rodantes habían ido a morir. No llegué a la cima. Una rama, demasiado débil
para sostenerme, no pudo evitar que mi cara se estrellase contra la tierra negra y húmeda.
El olor fue lo primero que me sorprendió, olía a vivo, a verde con agua fresca
de lluvia.
Al
levantarme, mantuvo la forma de mi cara como la mejor plasticina del mundo. No
hubo marcha atrás. Después de eso, los peluches fueron sustituidos por
figurines de tierra y castillos de piedra.
Nunca me consagré a una religión, pero mis
recuerdos del templo de los Testigos de Jehová están asociados a zapatos de
charol y biblias en inglés. Vivía con unas llagas perpetuas detrás del pie y
las medias blancas manchadas de sangre, un precio muy pequeño por pagar a
cambio de recitar versículos al micrófono. Me encantaba como aquel aparato
hacía que mi pequeña vocecita obligara a los adultos a mirarme porque al fin
yo, sonaba como ellos.
El Ejército de Salvación fue mi kínder y
guardería. Allí me enseñaron a comer, a dormir, a leer y escribir. Mi papa
siempre me llevaba tarde, lo cual me obligaba a gatear hacia mi asiento para no
interrumpir el acto cívico mañanero. La escuela para mí fue bilingüe, un día
todo en español, otro día todo en inglés. Teacher
Wood solía llamar constantemente a mi mamá porque yo me desaparecía en el
tajamar a mirar las olas romper en isla Uvita. En caso de no estar allí, cazaba
cangrejos que se ocultaban debajo de las aulas principales.
Escudo del Ejército de Salvación |
En el colegio San Marcos bailábamos un montón.
Todo acto, ceremonia y día festivo era una excusa para poner dancehall, hip hop y soca. En los recreos jugábamos con bolinches, cromos y trompos,
pero yo descubrí que lo mío eran los jaxes, todavía puedo recoger los 10 con
una sola mano.
¡Y la comida ni para que! Mi dieta consistía
de pan dulce con queso, mango cele, copos con extra de leche pinito y plantain tart con un boli. Con mil
colones era millonaria, pero tenía que guardar algo para sunday school(escuela de domingos). Quién no ha sentido el golpe de un metro en los nudillos o la sensación
de granos de maíz enterrándose en las rodillas, no sabe lo que es educación. Mi
profesora de 70 años, quién había dado clases a mis padres, y hermanos, ahora
me daba clases a mí, con la misma filosofía de los educadores de antes. La ruta
hacia sunday school estaba plagada de
árboles multicolor y olor a sopa de mondongo con chile panameño, un clásico de
los domingos.
Un metro |
El calor en Limón siempre ha estado plagado de
sal y pescado. Las duchas de las casas deben de ser descongestionadas cada
tanto porque la brisa del mar trae salitre consigo.
Mucha gente no sabe que el ingrediente
"secreto" del pan de negro es queso, al menos según el panadero
Lenny. Todos los sábados mi papá nos llevaba a comprar pan y galletas de
jengibre.
Lenny me daba el pan recién salido del horno. No importaba el calor, siempre abrazaba aquel bollo de pan a mi cuerpo para exprimir ese delicioso olor.
Lenny me daba el pan recién salido del horno. No importaba el calor, siempre abrazaba aquel bollo de pan a mi cuerpo para exprimir ese delicioso olor.
De vez en cuando alguien me peinaba. Compraba
un tarro de vaselina Blue Magic para
sentarme en el balcón por horas de horas con algún libro o mi tamagotchi para
no aburrirme.
Mami y yo - 1993 |
Todos mis libros eran del barco biblioteca.
Cada cierto tiempo un enorme barco británico aparcaba en Limón para vender
libros. Era la primera vez que montaba un vehículo tan grande. Al ingresar el
capitán me dio la mano, llevaba guantes blancos que reflejaron la luz del sol y
me cegaron momentáneamente. - You are officially in England (Están
oficialmente en Inglaterra)- me dijo. También era la primera vez que visitaba
otro país.
Nací con una mancha en forma de iguana. Ya no
parece una iguana, ahora solo parece cualquier mancha. Mi abuela advirtió a mí
mama que no mirara una iguana que había entrado a la casa, pero ella hizo caso
omiso. Hay que respetar esos conocimientos de antaño.
Algunos fines de semana me despertaba al
sonido de la shindaiwa de mi abuela que acostumbraba cortar el césped apenas
saliera el sol. La propiedad venía con montaña incluida, entonces la labor era
un evento de todo el día. Mis primas y hermano aprovechábamos para escalar, apear
mamón chino e inventar aventuras selváticas de todo tipo.
Shindaiwa |
Mi amado Limón. Ya
van 16 años de extrañarle, pero mi piel todavía sabe a coco. Me
vio nacer y espero vea nacer a mis hijos. Mis palabras fallan en describir su
belleza, pero tengo la esperanza de que todo el país algún día la conozca un
poco, como la conozco yo. Bella, viva y rica.
Con todo lo que tengo,
Una negra de Limón
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